La Llorona

(Por  Gabriela Sandoval Yañez)

Nadie muere de amor, al menos ese es el cantar de la gente, lo que pasamos desapercibido en esta afirmación, es que la muerte es el menor de los males para el desamor, de hecho, ésta es una de esas formas lentas de morir. El desengaño es una daga envenenada que atormenta a los seres aun después de la vida …Y así es la historia de María Luisa a quien el amor y el desamor la persiguieron en todas sus reencarnaciones y en todos los momentos que tuvo vida, como si para ella el amor fuera una maldición en todas sus formas y el llanto quizás la única forma de enfrentarlos…

Qué será de mis hijos, ay mis hijos… el llanto desgarrador de la culpa, del abismo, de la condena de un amante que no descansa, que llora todo, que llora a mares, que llora tanto como odia y ama de la misma manera y viceversa.

¡Ahí viene la llorona! se escucha en el pueblo, mientras el alarido empieza a inundar las calles… ventanas y puertas cerradas de un golpe, las madres cubren a sus hijos y embarran de alcohol a sus maridos… shhhh… hacen un gesto para hacer silencio, para evitar ser olidos o escuchados por esa alma en pena que grita en medio de la noche.

¡Ayyy mis hijos! Y todo tiembla en los ríos, los cihuateteos se levantan, mientas los mortales huyen.

¡Cuidado! grita la gente desde un dia sin tiempo en el que Maria Luisa decidió matar a sus siete hijos ahogándolos en lo profundo de un río que recorre como anillo la extención de todo el país, Maria Luisa es todo lo que no debe suceder en el amor y en la maternidad, es la mujer mil veces engañada por la promesa de un hombre que no supo mas que abandonarla, para casarse con otra, entonces como no sentir fuego en la sangre que llega a nuestros ojos como ráfaga, como no devorar la felicidad de todos los hombres, como no arrancarle a las mujeres a un marido que quizás lo merezca, como no buscar a sus hijos que reconoce en medio de una locura infinita. Entonces sabemos que está asechando por las noches, los atrevidos a caminar por los oscuros senderos de cualquier río de este país , puden sentir su aliento en la espalda, su figura hermosa de mujer se hace presente, pero esconde su rostro bajo un velo blanco espeso y largo, cubriendo los ojos la ventana del alma de un alma que no tiene, que condenó en los infiernos y con eso condenó a todas las malas mujeres.