La bruja de Hidalgo
Ay que bonito es volar a las dos de la mañana, a las dos de la mañana ay que bonito es volar …. Ay mamá, volar y dejarse caer en los brazos de una dama … sonaba al son de un huapango en aquella cantina donde un hombre bebía su pulque después de una jornada larga de trabajo:
-¡Quiubo Juan ¡¿Cómo nos va con la siembra este año? – interrumpe un hombre mientas se acerca a la mesa.
-Bien, estoy cansado, pero sé que este año será bueno, las lluvias han estado bien. –
-Salud Juan, debo irme mi mujer acaba de tener un bebé y debo llevarle su pulquito para la leche. –
– Ten cuidado Pedro en el bosque de los frailes muy cerca de tu casa no sólo es temporada de lluvias sino también de brujas. –
– Cálmate Juan no empieces con tus historias. –
Juan siente un palpitar enorme en su corazón que le detien por unos segundos la respiración, saca algunas monedas de su camisa las pone sobre la mesa y se va.
– ¡Juan, Juan! – Escucha una voz en sus oídos.
– ¡Sácame de aquí JUAAAAN! – como un alarido que le pone el frio en su cuerpo y cae sobre el piso.
– ¡Nadie en el pueblo ha visto a Juan en varios días exclama el cantinero, será cierto que se iría con otra mujer como dicen todos! – Exclama el cantinero a Pedro que se quita el sombrero asintiendo.
– Si don Carmelo, la última vez que lo vieron dicen que iba camino a los frailes a su casa, pero de la mano de una señora de cabello negro, no sabemos de que pueblo será, nunca la habíamos visto.
La lluvia empieza a caer en el camino boscoso de los frailes, Juan se despierta por las gotas grandes que se dejan caer en sus ojos abiertos pero perdidos, su boca esta reseca y abierta como si alguien hubiera robado su aliento, en su mano un puño de sal apretado se deja caer al momento en que su cuerpo se relaja.
– ¡Juan, Juan! – grita una mujer desesperada.
Juan se levanta de un salto, sus oídos escuchan la voz, pero cada grito se distorsiona entre la voz de su esposa que lo llama desesperada y la voz de la mujer que lo asecha sin descanso.
– Juan llevo días buscándote – Se abalanza su mujer sobre su cuerpo que tiembla de frío.
– Estas bebiendo mucho Juan, y ya van varias noches que no llegas–.
– No mujer, estoy bebiendo lo de siempre, pero es que esa mujer ya regreso-.
Su esposa levanta los ojos al cielo con los ojos bien abiertos.
– Ni Dios lo mande Juan-, ya deja de pensar así; a la bruja la atrapaste desde niño y con ella toda su desendencia, tratos son tratos, tu la dejste ir y ella decidio dejarte vivo, quizás Dios te cuido y tu madre que en paz descanse. –
– No Camila, ésto es diferente – interrumpe Juan mientras camina con ella.
– Necesito que me ayudes a que el pueblo sepa. –
– ¿Qué sepa qué Juan? -, que mi marido toma harto y que de tanto pulque ya ve brujas y guajolotes. No Juan déjalo así, no va a pasar nada con esas creencias.
La noche cae acompañda de una niebla helada que recubre el valle, los insectos sucumben ante la noche y empiezan con el son de sus sonidos, Juan esta sentado sobre aquella mecedora vieja mientras se fuma un rojo en la oscuridad.
– ¡Juan mira!- grita Camila desde el interior de la casa y señala a lo lejos del bosque
– Las lucier…- Juan empuja a su mujer en el interior y azota la puerta
– ¡Métete Camila!, ¡métete!
Juan corre hacia un costal de sal que tiene en la entrada mientras empieza a arrojarla en forma de cruz ..
– ¡Las tijeras Camila!, ¡las tijeras!, Le grita desde la ventana. Mientras Camila apenas con una mano somada se las pasa.
Las coloca en la entrada, mientras corre al interior cierra la puerta casi sin aliento, le pide a Camila se agache.
– ¡Shhh… no llores Camila no hagas ruido por favor!.-
– Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre- Empieza a murmurar Juan mientras asoma apenas sus ojos por la ventana.
– ¡Son ellas Camila, son ellas, han venido por mí!. –
Camila asoma sus ojos y observa como esas pequeñas luces que parecían unas luciérnagas se convierten en bolas de fuego que ruedan a toda velocidad monte abajo.
– ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a hacer Juan?,-mientras se toca su vientre
– ¡No viene por ti Juan! – grita desesperada
–¡Viene por mi Juan, viene por mi leche y su sangre que es tu sangre! – , ¡Mi bebé Juan, mi bebé!
– ¿Cuál bebé Camila? ¿De qué hablas?
Una luz de fuego se acerca a su ventana e ilumina todo el interior.
– ¡Juan! grita la bruja, mientras se abre la ventana.
– ¡Déjame salir Juan, no te hare nada! – un guajolote cae y se acerca a él mientras toma la forma de una mujer, que sin piernas se arrastra hasta él, Juan se queda atónito.
– ¡Es ella, correee! – le dice a su mujer mientras cae al suelo.
– ¡No es por ti por quien vengo Juan!, – exclama la bruja mientras toma del brazo a su mujer y posa su boca en el seno de la futura madre.-
Juan despierta con la boca seca la lluvia esta cayendo por su rostro.
– ¡Juan! – escucha la voz de su mujer llamándolo
– ¡Juan! – el sonido se encaja en sus oídos intenta jalar un último aliento por la boca
– ¡Sácame de aquí Juan! – exclama la bruja encima de sus piernas
Juan cierra sus ojos.